Los conductores del país sufren penurias a lo largo y ancho de las carreteras de la geografía nacional, a causa de grupos organizados que están a la caza de las cargas que llevan en sus camiones.
Quienes transportan pescado desde Margarita se suman desde hace varios años a las estadísticas de asaltados a mano armada, en los cuales la mercancía es codiciada por los ladrones de carretera.
Los nuevos piratas actúan en la vía de oriente, en el tramo comprendido entre Anzoátegui y Miranda. En plena zona costera asaltan, torturan y amenazan. Durante un lapso de cinco o seis horas son retenidos los choferes y sus acompañantes, mientras los delincuentes se apoderan de la carga. Luego son liberados a su suerte en la carretera. Los vehículos quedan en el abandono en descampados después de la descarga.
Dos robos y un conato de asalto en 15 días ha sufrido una de las empresas más grandes de Margarita. El temor a denunciar se repite en esta esfera de la comercialización y distribución, así como también el de pasar por los laboriosos procesos fiscales y judiciales que retienen los vehículos de trabajo durante días y muchas veces durante meses.
Un camión modelo Cargo 17-21, como los asaltados hasta ahora, puede llevar hasta 11 toneladas de pescado. Esa fue la cantidad que le robaron, en cada uno de los viajes, entre la segunda quincena de junio y el inicio del mes de julio a esta empresa insular. Diversidad de productos marinos iban hacia el mercado mayor de Coche, en la capital venezolana.
Los vehículos están valorados en más de 300.000 bolívares; la carga, según sea la especie, puede igualar esta cantidad. Todo se pierde porque la mercancía no está asegurada. Se suman, entonces, las vidas humanas: conductor y acompañante; así como la angustia de sus familiares y el temor a seguir en un trabajo que tiene más riesgos que beneficios.
Al cansancio producto de un viaje en ferry o chalana, donde además las condiciones son infrahumanas; así como de la jornada de carga previa el viaje y el agotamiento típico del trasnocho, se le añade la paranoia y el temor a perder la vida.
La piratería no se queda sólo con el pescado. Cargamentos de pollo, carne y línea blanca son de los botines más deseados. Supuestas mafias tienen negociada la mercancía y precisada la hora de paso de los camiones que interceptan, luego de un riguroso seguimiento a las compañías que aún se mantienen viajando por las carreteras del país.
La vía es sólo una, monitorear el trayecto, calculando la salida desde Puerto La Cruz o Cumaná es sencillo para cualquiera que conozca el camino que comunica al Oriente con Caracas. Así esperan en el momento y lugar preciso a los camioneros, en ese tramo costanero entre Puerto Píritu, Boca de Uchire y Cúpira, ahora muy temido por los conductores.
Algunas víctimas han escuchado, en medio de conversaciones confusas de sus victimarios, que los productos son encaminados hacia los llanos centrales. Valencia es otro de los destinos favoritos.
Los conductores prefieren dejar el trabajo de viajar a la capital por temor a que los asalten nuevamente. Que alguno de ellos reconozca la cara del delincuente es sinónimo de muerte.
Las autoridades en carreteras son casi nulas. Hay tramos donde existen alcabalas, pero no hay patrullaje ni protección a lo largo de la vía. Los guardias nacionales son los que colaboran con la localización y devolución de los vehículos, puesto que tienen determinadas las zonas de acción. No obstante, sin delito in fraganti o denuncia que lleve a una investigación, los piratas de carretera seguirán en plena libertad para buscar sus tesoros modernos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario